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Autorregulación emocional

Siempre tendremos la libertad de elegir qué pensar.

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Cuando dicto charlas o talleres de Inteligencia emocional propongo herramientas que nos ayudan a gestionar las emociones, a bajar el grado de intensidad cuando se trata de emociones displacenteras para poder recuperar la capacidad de pensar con claridad. Recordemos que emoción alta, inteligencia baja. Esto se debe a que el cerebro puede funcionar solo un 2 % en simultáneo por lo que cuando una emoción se va haciendo más intensa se lleva el oxígeno y glucosa que requiere el cerebro y así se le reduce a nuestro neocórtex (la parte más racional).

Las herramientas que sugiero y que funcionan muy bien son el deporte, la música, lecturas motivadoras, contacto con personas positivas, fotos de momentos alegres. El caso es que la situación sanitaria nos ha restringido también el uso de algunos de estos recursos: el deporte, las actividades artísticas, las reuniones sociales no han sido una vía posible para la regulación emocional en el último tiempo.

Es por eso que hoy quiero compartir algunas estrategias que sí son factibles de llevar a la práctica dado que dependen de nuestra mente y afortunadamente allí sí podemos trabajar.

Las respuestas emocionales se generan cuando prestamos atención a una situación. Una vez que direccionamos la atención a esa situación ya no somos los mismos que antes de que sucediera. ¿Qué sucede una vez que puse mi foco allí? Que a través de mi pensamiento evalúo esa situación, la interpreto, le atribuyo una valoración y a partir de ahí se dispara mi emoción.

El modelo modal de James Gross plantea una serie de estrategias posibles para modificar mi respuesta emocional, dependiendo del contexto.

 

1. Selección de la situación: básicamente esto implica elegir acercarse o distanciarse de una situación según el tipo de emoción que nos genera. No siempre es aplicable esta estrategia porque puedo decidir no ir a una reunión social que me incomoda pero no puedo evitar una reunión de trabajo a la que me convocan. Es por ello que las siguientes estrategias pueden resultar otras opciones viables.

2. Modificación de la situación: Aquí la idea es modificar algún elemento de la situación para que el impacto emocional indeseado sea menor.

3. Desvío atencional: se trata de dirigir la atención en una determinada situación hacia algún aspecto de la misma que en lugar de incomodarme resulte más conveniente para enfocarme.

4. Cambio cognitivo: se refiere a la interpretación que hacemos de la situación. Tal como decía Epicteto, lo que nos afectan no son los hechos sino lo que pensamos acerca de ellos. Entonces esta estrategia consiste en buscar un cambio de perspectiva para mirar esa situación.

5. Modulación de la respuesta: una vez que la emoción ya está instalada, por ejemplo ya estamos enojados, lo que podemos hacer es tomar acción para disminuir la intensidad: respirar profundo, ejercicio físico, tomar agua, entre otros.

 

Sea cual sea la opción que elijas, lo importante es emplear alguna estrategia para regularnos y si no lo logramos, pidamos ayuda. Las emociones producen la secreción de determinadas sustancias en nuestro organismo… algunas beneficiosas y otras no. La autorregulación emocional resulta por tanto una cuestión de autocuidado.

Dijo Viktor Frankl: “Nuestra mayor libertad humana es que, a pesar de nuestra situación física en la vida, siempre estamos libres de escoger nuestros pensamientos”

 

Mag. Carolina Aita

Magíster en Educación

Coach personal y organizacional